sábado, 15 de septiembre de 2012

Golpes por minuto y antropología musical

Me meto yo sólo a veces en unos berenjenales que me convierten en mi peor enemigo. Ya me dirá el lector para qué comienzo poniéndole este título al post si no sé bien cómo voy a ligarlo con el disco del que quiero hablar.

Todo nace de la importancia que, en el tipo de música que comento hoy, tiene el ritmo. Me compré un libro genial (intuyo, ya que lo tengo aún por leer) sobre música clásica (ay la clásica, la gran olvidada de este blog de barrio) que tiene un arranque sensacional. Como si Dios hubiera antepuesto la frase a los Diez Mandamientos de su Ley, sentencia el autor: Los elementos básicos de la música son el tono y el ritmo. Y punto y aparte.
Ahora sería genial que un viejo y reconocido director de orquesta apuntillara una de esas líneas mágicas de guión clásico: hijo, si sabes eso ya tienes el noventa por ciento de la música del mundo en la mollera.

Y es que el ritmo es una de las bases del universo. El ritmo como métrica para considerar el paso del tiempo. Para aprehender los ciclos y dar unidad con la que medir las evoluciones. La primera canción debió de ser algo muy parecido a alguien modulando la voz y golpeando algo contra algo. Estoy convencido. Tono y ritmo.

Ya hablé de un tipo llamado David Mancuso, y de otro llamado Larry Levan, incluso de un tercero, un tal Franky Knuckles. Ellos formaron parte de una semilla que comenzó a priorizar el ritmo sobre el tono. Que buscó la forma de extender la experiencia musical desde el oído a la piel. Y unas cosas llevan a otras y la música electrónica emergió como una forma ilimitada de afrontar las dos variables priorizando la segunda.


Esta semana he estado escuchando un trabajo llamado Surrender de unos tipos megaconocidos: The Chemical Brothers. The Chemical Brothers son Tom Rowlands  y Ed Simons. Y no, no son hermanos. Me ha gustado el disco? Mucho. Sé que hay mucha gente a la que le sorprende que me guste la música electrónica, pero no lo puedo evitar, es así. No me gusta toda (y ahora trenzo con el título del post), pero encuentro extrañamente natural todo lo que se mueve entre 120 y 140 BPMs. Y ahora me explico.

El corazón de una mujer adulta en reposo debe de estar en torno a las 80 pulsaciones por minuto, o, si me permitís, golpes por minuto. En inglés Beats Per Minute, o, por su acrónimo BPM. Creo que es el ritmo básico que tenemos en la cabeza. El primero que sentimos en la vida y el que nos marca ya para siempre. Cuando realizamos un esfuerzo físico (bailar? tocar un instrumento con fruición y excitación?) subimos a un rango (si todo está en condiciones) de entre 120-140 BPMs. Qué casualidad!, el ritmo base de una parte considerable de la música electrónica. Y dentro de ella del subestilo que estos chavales ayudaron a generar y difundir, el big-beat.

Por encima tenemos espacio en el jungle y el drum'n'bass para ascender a las 160BPM o las 180BPM, pero, ves?, se me hace más durete el asunto. el big-beat entra solo.

Y no estuvieron solos los de Manchester, hubo una escena de gente muy conocida, desde Fat Boy Slim a The Chrystal Method, pero de ellos hablaremos otro día.

Dicen los que saben que este trabajo del 99 significó precisamente la evolución del dúo del sonido puramente big-beat a entornos más house. Desde luego cortes como Got Glint? o Hey Boy, Hey Girl lo atestiguan. Pero la herencia del señor Knuckles no es el centro del post.
Una pieza fundamental de este estilo es el uso de samplers. Ahora me pondré muy gilipollas si explico que es un sampler, pero a riesgo de la crítica lo hago. Sampler es un término inglés que viene de la palabra inglesa sample, que significa "muestra". Es decir, es una muestra de algo. De qué? Pues de algo previamente grabado. Un ejemplo: Tom y Ed llaman a su amigo Noel Gallagher y le dicen "Oye tronco, cantate algo, que te grabamos". Le graban y luego toman la grabación y se quedan con toda, o con partes, o la dividen en trozos y los reordenan. Con ellos juegan sobre una base que han hecho aparte (como el sofrito de Arguiñano) utilizando engendros electrónicos varios que otro dia comentamos. Lo suman todo, lo graban y aparece una canción. Pues eso, más o menos, ocurre en el tema Let Forever Be, que me parece la canción más inmediata del álbum y con la que cerraré hoy el post.

Algo parecido hicieron con dos grandes como Bernard Sumner (de New Order) y Bobby Gillespie (de Primal Scream) para generar el corte Out of control.
Si hablo de todos me va a salir un post muuuy largo, así que meramente los menciono. Sería un pecado no decir que aparecen por aquí.

Poco más. Sé que mucha gente que lee esto no cree en la música electrónica. Es entendible que no le guste a alguien, pero es barato etiquetarla a priori como de segunda división en cuanto a calidad o valor artístico. Otro día contaré una anécdota genial al respecto en la que se ve mezclado David Bowie y un conocido y viejo guerrero del rock sureño de los 50.

Cosas buenas a tod@s.



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